“Señora, si usted no se vuelve vegetariana, no la puedo
seguir atendiendo”, dijo el oncólogo a Olga, quien no se recuperaba aún del
devastador diagnóstico.
Claro, ella había llevado una vida desordenada debido a su
trabajo, y ese desorden incluía también unos muy desordenados hábitos alimenticios. Su cuerpo lleno de toxinas, respondería débilmente
a la quimioterapia y posterior cirugía. Debería comenzar a desintoxicarse.
No solamente tendría que lidiar con tantas emociones
encontradas y con los efectos de la quimio sino también hacer cambios drásticos en su estilo de vida,
si quería sobrevivir.
Para facilitar las cosas solamente se le ocurrió no comprar
más carnes. De ninguna. Y advirtió a la empleada de tal situación. Al poco
tiempo estaba hastiada de los frijoles y las lentejas, lo único que se le ocurrió
para obtener la proteína necesaria. Que calvario.
Por fin nos contactó el destino. Ahora Olga está cambiando
su estilo de vida, radicalmente. Aprendiendo acerca del vegetarianismo y de la
cocina, comenzó por cambiar sus
implementos de cocina, y conocer nuevos vegetales, germinados, frutos secos y semillas,
proteína que ni se imaginaba que existiera.
También está cambiando en su forma de pensar. Y encontrando
el origen de sus emociones y como transformarlas.
Bravo por la Olga valiente que con esa actitud tan positiva, seguramente saldrá adelante.
Bravo por la Olga valiente que con esa actitud tan positiva, seguramente saldrá adelante.